En esta
historia es ambientada en la Alemania Nazi, y podemos encontrarnos con Leisel
Meminger, una niña pequeña que, junto a su hermano menor, es enviada a otra
familia en adopción debido a que su madre biológica no puede mantenerlos por
problemas económicos. Sin embargo, su hermano muere en el viaje en tren,
dejando sola a Leisel enfrentándose a su nueva vida. Cuando están haciendo el
entierro al hermano, Leisel se consigue un pequeño libro, “El Manual del Sepultero” libro el cual ella toma y se queda, aferrándose
a él como si fuese un momento que nunca quisiese olvidar. Leisel empezará a
descubrir el poder de las palabras.
Sabes que
un libro puede ser clasificado como “bueno” cuando tus sentimientos se
mantienen a flor de piel en todo momento. Cada pequeña escena que los
personajes de esta historia viven logra hacerte poner en su lugar y
experimentar lo que uno sentiría en ese momento, realmente se siente como si se
estuviese viviendo en esa época. Tiene unos diálogos y textos muy fáciles de
leer. Los personajes son simplemente maravillosos y excepcionales, logras
encariñarte con cada uno de ellos ¡Y no solo de los protagonistas! Logras querer
hasta la persona que solo sale tres veces en todo el libro.
Considero
que cuando se escribe un libro en el escenario de la Segunda Guerra Mundial hay
que ser muy cuidadosos, solo he conocido dos libros que lo han hecho lo
suficientemente bien para llegar a mi lista de libros favoritos: “El diario de
Anna Frank” y este “La Ladrona de Libros”. Haber leído estos dos libros
realmente ha sido bueno en un nivel del conocimiento, ya que estos dos libros
te permiten conocer dos versiones de la historia, desde el punto de vista de
los Judíos, y desde los Alemanes. Simplemente magnífico.
Sería capaz
de tomar a Leisel como ejemplo de vida ¡Y creo que todos deberíamos hacerlo! No
todas las personas son capaces de vivir todo aquello por lo que Leisel vivió y
todavía, intentar ver lo bello de la vida. ¿Qué si lo recomiendo? ¡Claro que si!
Esta historia nos va a trasladar a la Alemania de 1930, a la calle Himmelstrasse
y a ser vecinos de nuestra querida Leisel Meminger.
MI PUNTUACIÓN
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