Autora: Matthew Dicks
Saga: No.
Editorial: Nube de tinta
IBSN: 9788415594000
Nº Páginas: 424
Si deseas leer las primeras páginas de este libro clic aquí.
"Querido lector:
La novela que tienes en tus manos es especial, como Max.
La novela que tienes en tus manos es única, como Max.
La novela que tienes en tus manos es valiente, como Max.
Max solo tiene 8 años y no es como los demás niños. Él vive para dentro y cuanto menos le molesten, mucho mejor. No le gustan los cambios, las sorpresas, los ruidos, que lo toquen ni que le hagan hablar por hablar. Si alguien le preguntara cuándo es más feliz, seguro que diría que jugando con sus legos y planeando batallas entre ejércitos enemigos. Max no tiene amigos, porque nadie lo entiende y todos, hasta los profesores y sus propios padres, quieren que sea de otra manera. Solo me tiene a mí, que soy su amigo desde hace cinco años. Ahora sé que Max corre peligro y solo yo lo puedo ayudar. El problema es que Max es el único que puede verme y oírme. Tengo mucho miedo por él, pero sobre todo por mí. Los padres de Max dicen que soy un amigo imaginario. Espero que a estas alturas tengas claro que no soy imaginario. "
Memorias de un amigo imaginario nos adentra en una historia donde los amigos imaginarios existen casi tanto como un ser humano. Proyecciones imaginativas de los seres humanos crea la variedad de personajes “amigos imaginarios” que nos encontramos en la historia: desde personajes que son simples hojas de papel hasta algunos que parecen casi humanos. Explayo este acontecimiento para que conozcan la riqueza de imaginación que derraman las palabras de Matthew Dicks, el autor.
Saliéndonos de lo convencional, este libro es narrado por Budo, el amigo imaginario de Max quien es un pequeñuelo bastante interesante y especial. Las personas interesantes solo crean e imaginan grades cosas ¿No? Y por eso Max imagina a su amigo Budo físicamente igual al de una persona, sumamente inteligente y con la habilidad de traspasar puertas.
A pesar de que las apariencias de este libro puedan reflejar un libro casi infantil en donde se sueltan sonrisas leves y fugaces nos encontramos realmente con una historia compleja, llena de sentimientos casi infantiles, otros tan complejos que son difíciles de expresar, unos tristes, conmovedores y muchos sentimientos más imposibles de mencionar. No porque no se pueda, sino porque no quiero. Son sentimientos dignos de descubrirse poco a poco.
Para adentrarnos bien en el mar de una historia es necesario ir quemando las etapas y construir la historia poco a poco para que el lector entienda, capté, se familiarice y ame a los personajes. Matthew Dicks abusó de ello. Las primeras páginas, y me aventuro a decir que las primeras 100 o un poco más, se me hicieron un poco lentas debido a las constantes reflexiones de Budo que, aunque todas me agradaron algunas se me hicieron necesarias.
Me encantó la idea de que un personaje imaginaron reflexionara, pensara y sintiera, pero eso no significa que deba llenarme de ello. El autor hizo este proceso muy lento.
A pesar de este acontecimiento en las primeras 100 páginas, en los últimos capítulos logras acabar con tantos sentimientos en tu cuerpo que la única expresión corporal capaz de expresar mínimamente todo esto son las lágrimas. La trama toma un giro que ningún lector se esperaba, y si se conoce alguien de un caso de un lector que haya previsto estos giros sin haber leído el libro, pues tienen derecho a reclamarme en los comentarios de este post.
Los personajes que conocemos en esta obra son increíblemente complejos, algo que personalmente me fascina. Están muy bien desarrollados sin dejar ningún cabo suelto, tienen la profundidad necesaria, cuentan con personalidad y sentimientos únicos y se desarrollan en los momentos y lugares adecuados. Como dicen por ahí, son un buen tronco para personajes entrañables ¿Eh? Pero no fue así. Aunque cuentan con diversos aspectos que encantan al público estos son obstruidos por la monotonía de la narración de nuestro querido autor, a quien le faltan algunas gotas de elementos concisos a la hora de narrar.
Matthew Dicks tiene una habilidad sorprendente de hacer una historia real. Si Matthew Dicks dice que el cielo es de color púrpura con nubes de color marrón, pero tú sabes que el cielo es celeste con nubes blancas, empiezas a dudar de tus conocimientos originales y a considerar como verídica la teoría de este autor. Es así de fuerte, podrá imaginarse el talento de este autor.
El final del libro es bastante cerrado y ligeramente predecible, pero es el cierre necesario para culminar esta historia. A diferencia del final, el epílogo es bastante abierto y llega a ser confuso, increíblemente sigue siendo agradable al lector.
Memorias de un amigo imaginario es una historia preciosa que abarca sentimientos incapaces de explicar, situaciones impresionantes y reflexiones que dejan bastante en qué pensar. Contiene elementos que sería ideal cuidar y pulir un poco más, pero nada muy importante si nos dignamos a conocer a Budo y Max.
¡Hola!
ResponderEliminarHabía visto el libro ya alguna vez por ahí pero nunca me había llamado la atención, aunque ahora, después de leer tu reseña, casi que me lo pienso.
¡besos!
Hola! Este libro ya lo había leído y me encantó.
ResponderEliminarMuy buena reseña :D
Saludos!
Hola! Este libro ya lo había leído y me encantó.
ResponderEliminarMuy buena reseña :D
Saludos!
Tiene muy buena pinta =) Quizá le de una oportunidad más adelante^^
ResponderEliminarUn besote!